En Salmos 8, según la traducción del inglés, el salmista lo que estaba preguntando era: ¿Quién es el hombre que tu mente está llena de él? Queriendo decir que Dios piensa en el hombre todo el tiempo.
Lo curioso es que, en las cinco ocasiones que se utiliza esta expresión en la biblia, la palabra para ‘hombre’ en el texto original era ‘Adán’. Esto significa que se está haciendo referencia al ser caído, y no al hombre que Dios había creado en perfección. Así que la pregunta era muy válida: ¿Qué es el hombre, que no es perfecto, para que tú lo visites?
¿Por qué razón Dios te ha perseguido toda tu vida? ¿Qué tú eres para que Dios te persiga? ¿Para que Dios te visite? ¿Para que Dios no te deje?
El pecado separa el hombre de Dios, pero el pecado no cambia lo que tú eres para Dios.
¿Por qué Caín mató a Abel? Porque Abel lo que le mostraba era la misma imagen de Dios, y no todo el mundo puede enfrentarse a la imagen de Dios, sin pelear con ella. Caín mató a Abel porque no resistía ver a Dios al lado de él.
Hay gente que, cuando te ven, lo que ven es a Dios, y por eso es que te resisten y se molestan. Porque lo que tú representas, quien tú eres, es muy diferente a lo que ellos son. ¿Tú sabes lo que tú eres? Tú eres la imagen y semejanza de Dios. Tú eres un portador de la gloria de Dios. Tú eres partícipe de la gracia divina.
Si bien es cierto que, cuando el hombre pecó, el enemigo introdujo su mala semilla dentro del hombre, también es cierto que, aún así, el hombre sigue cargando la imagen de Dios. Cada vez que tú te reproduces, lo que estás reproduciendo es la imagen de Dios. Tú no eres cualquier cosa. Tú eres la máxima creación de Dios.
Aun en tu pecado, en tus problemas, en tus dificultades, en tus situaciones, en los momentos difíciles, y en tus debilidades, tú sigues siendo un portador de su gloria. Dice la biblia que lo vil y lo menospreciado del mundo fue lo que Dios escogió, para avergonzar al mundo.
Quizás tú no te sientes como un portador de la gloria de Dios. Quizás, por tus emociones, no te sientes como alguien grande, como un conquistador, como un triunfador. Las circunstancias te dicen todo lo contrario, que eres un perdedor. La gente, incluso, te lo acuerda. La gente te lo dice. Pero, ¿qué importa lo que la gente diga de ti?
No se trata de quién eres, sino de qué eres. Para tú poder saber quién eres, tienes que saber qué eres. Dios no puso exclusividad de toda su gloria en una sola persona. Tú no portas toda la gloria de Dios, tú portas un pedazo de su gloria. Tú portas todo lo que Dios ha asignado que tú lleves dentro de ti.
La ansiedad desaparecería de tu vida, si tú entendieras lo que dice Mateo 6. Si él cuida de las aves del campo, si cuida de la grama, él va a cuidar también de ti. Tú no eres cualquier cosa. Él ha decidido poner su gloria y su gracia sobre ti.
Dios se puede perfeccionar en tu debilidad. Eso que tú has pensado que es lo que te detiene, es lo que Dios puede usar. Ahí es donde Dios ha dicho que él va a poner su gloria. Eso que tú has pensado que es tu fracaso, es tu mayor victoria en potencia.
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