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miércoles, 6 de junio de 2012

Aliméntate de la Palabra


Escrito por Pastor Otoniel Font el miércoles, 06 de junio del 2012.
Durante la cautividad babilónica, hubo personajes del pueblo de Israel que, en medio de un estado circunstancial de esclavitud, lograron mantener su conciencia de libertad.
Una de estas personas fue Daniel, quien mantuvo su firmeza, y pudo continuar soñando con lo que Dios tenía para él, y para el pueblo de Israel.
En Daniel 1, el rey Nabuconodosor dijo al jefe de sus eunucos que le trajese de los hijos de Israel, del linaje de los principes, muchachos en los que no hubiese mancha, que fuesen sabios y de buen entendimiento, de buen parecer, e idóneos para estar en el palacio del rey; y mandó que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos.
El rey Nabuconodosor quería lo mejor del pueblo de Israel.
La iglesia debería ganarse para el Señor lo mejor del mundo. Dios te ha dado la posición que te ha dado, para que tú puedas influenciar en ese lugar y te ganes a los mejores, porque una industria podría cambiar para siempre, si ganamos a ese grupo de personas, porque no hay que enseñarles la industria; lo que hay que enseñarles es cómo Dios piensa.
Lo curioso es que, en vez de la iglesia ganarse a los mejores, el mundo se gana a los mejores de la iglesia. De hecho, la gran mayoría de los mejores cantantes de Estados Unidos comenzaron en la iglesia; pero el mundo los atrae y se los lleva.
Nabuconodosor mandó que se les diera de la comida y del vino del rey, y que se les criase por tres años, para luego ser presentados delante de él.
Entre los escogidos estaba Daniel, a quien el jefe de los eunucos le puso el nombre de Beltsasar.
Daniel decide no contaminarse con la comida del rey. Curiosamente, Daniel no protestó el nombre distinto que le dieron, ni tuvo problema en aprender la lengua y la letra de los caldeos. Cuando Daniel protesta es cuando se le pretende imponer que coma de la comida del rey.
El jefe de los eunucos tuvo miedo de que se notara que Daniel no estaba comiendo la comida del rey; pero Daniel le pidió que le consediera el plazo de diez días, para probar. Y dice la biblia que a los diez días el rostro de Daniel, y de los otros tres que estaban con él, se veía mejor que el de los demás.
Hoy día, también hay un lenguaje que debemos adaptar. Por ejemplo, debemos saber lo que es: “twittear”. Y cuando entramos en una profesión, tenemos que cambiar nuestro lenguaje. No debemos tener problema en cambiar nuestro lenguaje y cambiar la letra.
Daniel no protestó porque le cambiaran el nombre. Sin embargo, muchos cristianos se preocupan por los títulos: pentecostal, católico, evangélico, bautista. Cuando en realidad todos somos creyentes.
En el escrito original se puede apreciar mejor lo que quiso hacer el eunuco al cambiarle el nombre a Daniel. Dentro del nombre en hebreo de Daniel estaba incluida la letra de Yahweh (YHWH) que representaba el nombre de Dios. El eunuco lo que hizo fue quitarle esa letra al nombre de Daniel, queriendo quitarle el factor divino, de adentro de su nombre. Pero nadie te puede quitar lo que está dentro de ti, si tú sabes quién tú eres.
Daniel lo que quiso decir fue: Llámame como tú quieras. Porque, si tú sabes quién tú eres, no importa cómo el mundo te llame.
Con lo que Daniel sí tuvo problema, fue en comer la comida del rey, y en postrarse ante los dioses de Nabuconodosor. ¿Por qué? Porque había dos cosas que identificaban al pueblo de Israel como nación escogida por Dios: lo que comían, y el Dios al que ellos servían.
Mientras el cambio fuera externo – como en cuanto al nombre o al idioma – no había problema, pero Daniel no podía aceptar comer lo que el mundo comía porque lo que tú comes se añade a tu vida, se hace parte de ti. Lo que comes es lo que te da energía, es tu combustible.
Como Daniel, tú también tienes que rehusar dos cosas: tienes que rehusarte a contaminarte con la comida del rey, y tienes que rehusarte a postrarte ante otros dioses.
No te contamines con lo que el mundo dice. Tu alimento espiritual debe ser exclusivamente la palabra de Dios.

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TE INVITO A QUE RECIBAS A CRISTO EN TU CORAZÓN

PADRE:
GRACIAS POR MORIR EN LA CRUZ POR MI,
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TE ABRO MI CORAZÓN Y RECONOZCO QUE TE NECESITO EN ESTE MOMENTO.
YO, TE ACEPTO Y TE RECIBO COMO MI UNICO Y SUFICIENTE SALVADOR, ESCRIBE MI NOMBRE EN EL LIBRO DE LA VIDA.
EN EL NOMBRE DE CRISTO
AMÉN

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