Ningún logro personal gana una posición espiritual. No temas perder todo en tu intento de conocer a Cristo. Haz del <<conocer>> a Cristo el objetivo supremo de tu vida.
Esta búsqueda siempre implica sacrificios. Pero al final de esos sacrificios llega nuestra recompensa, y vemos que el esfuerzo al final no fue en vano.
El perseverar en la búsqueda de Dios nos lleva siempre a una madurez espiritual.
Lleguemos a la meta que Dios nos ha fijado, no ahorremos esfuerzos en el deseo de alcanzar la meta de conocer a Cristo y del tener una comunión con Él.
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