Escrito por Pastor Otoniel Font el jueves, 21 de junio del 2012.
En Habacuc 1, el profeta se queja y protesta delante del Señor por las injusticias que veía a su alrededor. En el capítulo 2, el profeta dice: velaré para ver lo que se me dirá. Si se le iba a decir algo, ¿por qué dice que va a ver, y no a oír?
Toda palabra que oímos crea una imagen en nuestra mente. Si no tuvieras visión, y te describieran el panorama a tu alrededor, tú podrías ver la imagen descrita en tu mente.
La fe no mira lo que se ve, sino lo que no se ve, y la fe viene por el oír. Tienes que oír, pero el resultado será ver. Si oyes, vas a ver. Por eso es que el profeta Habacuc lo dice alrevés: Yo voy a ver lo que tú me vas a decir.
Lo que el profeta estaba viendo no era lo que él quería ver, pero si oía lo que Dios le iba a decir, entonces vería lo que Dios quería que él viera.
Dice un poco más adelante, el verso cuatro del capítulo 2: Mas el justo por su fe vivirá.
La gente se pregunta por qué vamos a la iglesia, pero es que la única manera de vivir en este mundo es por fe, y el único lugar donde puedes oír una palabra que te traiga fe para ver lo que no estás viendo es la iglesia.
En Habacuc 3, vemos la conclusión del profeta. Habacuc dijo que aunque no haya, aunque falte, aunque cosas sean quitadas, con todo, se alegraría, no en el problema, sino en el Dios que le salvaría.
Tú te debes alegrar aunque haya crímenes en tu país; no gozarte por los crímenes, si no gozarte en tu Dios. Gózate aunque la banca esté en quiebra, aunque los costos de vida sigan subiendo. Con todo, tú te debes alegrar en Jehová, y gozarte en el Dios de tu salvación.
¿Podrás tú, no tan solo decir esta expresión, sino vivirla?
Si Dios no te ha sanado, sigue creyendo que todavía él es el Dios que sana. Aunque no hayas visto la prosperidad que Dios te ha prometido, y a la que sabes que tienes derecho, aunque te atrases en algunos pagos, y tengas que vivir de mes a mes, y no haya ahorro en la cuenta, con todo eso, sigue creyendo que él es el Dios que prospera.
El libro de Habacuc sobresale de entre los demás libros proféticos de la biblia, porque comienza diferente a todos ellos. En vez de comenzar con una declaración profética, con una visión divina, comienza con una queja del profeta.
Habacuc comienza con un hombre quejándose, pero quejándose en el lugar correcto. Habacuc no se estaba quejando de Dios, sino con Dios, llevando su queja delante de Dios, y pidiéndole que le mostrase lo que él no podía ver.
Y el tercer capítulo del libro de Habacuc es la respuesta en oración del profeta, diciendo que aunque las cosas se pusieran peor, él se regocijaría en Dios.
La respuesta de Habacuc demostraba la alegría de saber que Dios no era indiferente ante la situación en la que se encontraba el pueblo de Dios.
Una de las frustraciones más grandes que tiene mucha gente es la indiferencia que piensan que tiene Dios ante sus problemas. Vas a la iglesia, diezmas, ofrendas, te esfuerzas, haces lo que tienes que hacer, lo que has aprendido, pero vas a la calle y ves cómo personas que no van a la iglesia prosperan. Y preguntas: ¿Para qué voy a la iglesia, Señor, si ellos prosperan, y mira en los problemas en que yo estoy?
Somos expertos en ver lo bueno que tiene otra gente, pero no debemos perder de vista que vivimos en un mundo de imagen. ¿Quieres tú la fama por encima del descanso? ¿Quieres tú el dinero por encima del descanso? ¿Tener tanto y al mismo tiempo tener tan poco?
Debes prosperar, debes progresar, debes tener éxito, pero nunca que te cueste tu relación con Dios, ni que te cueste tu familia, ni tu salud, ni tu descanso.
Nunca lo que tenemos afuera debe ser más grande que el fundamento que tenemos dentro de nosotros mismos para sostenerlo. De lo contrario, lo que hay afuera destruye el espíritu, en vez del espíritu sostener lo que tenemos afuera.
Dios escogió a un hombre conforme a su corazón: David. La razón por la que Dios dijo que David era un hombre conforme a su corazón, es porque cuando Dios va a llamar a alguien, Dios sabe lo que esa persona va a tener que pasar. Dios sabía que a David su padre lo iba a traicionar, sus hermanos lo iban a traicionar, su jefe Saúl lo iba a querer matar, su esposa lo iba a traicionar. Y Dios no puede entregarle el reinado a un joven que, por todo lo que iba a pasar, su corazón se dañara.
Porque si Dios dijo que lo iba a hacer rey, él lo haría rey, y si se le dañaba el corazón, entonces Dios tendría un rey con un corazón dañado. Y Dios necesitaba de alguien suficientemente humilde para aceptar el proceso de la vida, y que en medio de las dificultades, su corazón no se dañara.
David llegó a ser rey, y alcanzó grandes victorias y conquistas para Dios. Pero David se crió solo, se crió con las ovejas… De la misma manera, lo que tú estás pasando en el día de hoy, es Dios preparándote. No creas que todo el mundo te va a querer porque tú mataste a Goliat, porque después llega otro y mata un Goliat más grande que el que tú mataste. Tú tienes que estar firme en que Dios está preparando tu corazón y tu espíritu, para que puedas sostener todas las cosas grandes que él tiene para ti.
Tú no le sirves a un Dios que es indiferente a tu problema. Todo lo que Dios te pide es que mires bien. Dios le estaba diciendo al profeta Habacuc: Abre bien los ojos, mira bien, para que veas que en medio de la maldad, yo estoy levantando un pueblo que va a tener la victoria.
En medio de toda crisis, lo único que te puede sostener es tu fe en ver la visión de Dios que hoy parece tan nublada y tan oscura.
¿Podrás tú ver tu sueño realizarse, en medio de la crisis?
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