Señor... conoce a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.
Hechos 4:29,30
Las veces que al llamarnos nuestra madre a comer nos sentábamos apurados y poniamos encima de la mesa las manos quizás sucias. Mamá las miraba y decía: ¿Porqué no se lavaron antes de venir a la mesa? Enseguida, en un gesto espontáneo las escondiamos debaj de la mesa.
Jesús esta contamplando las manos de sus discípulos, como si aquellas manos estuviesen hablando.
Dios ha dado a las manos un lenguaje distintivo. Tras los arpegios de un piano hay una mano que habla. No se puede acallar el lenguaje de las manos, porque en ellas Dios ha dejado el reflejo del carácter humano.
El Señor sabe lo que pensamos hacer y lo que haremos. El conoce el lenguaje de tus manos.
Publicaciones Juventud
¿son estas tus manos?
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